CURSO 2014-2015

Empezamos una nueva promoción, con este blog intentamos hacer partícipes a las familias de las actividades que realizamos en el aula. También es una forma de animar a los niños, verdaderos protagonistas, a contar sus experiencias en el cole.
Os animamos a aportar sugerencias y comentarios.

Leemos con Pillo


Al lado de un bosque había una granja en la que vivían muchos animales. Cada uno de ellos hacía su trabajo lo mejor posible y ayudaba a los demás cuando lo necesitaban. Nuestra historia comienza el día en que nació el ratoncillo Pillo.

Ese día hubo una gran fiesta en la granja. Papá y mamá estaban tan contentos que reunieron a todos los animales para celebrarlo. Se alegraron de la buena noticia y les desearon felicidad. Lana, la hermana mayor, exclamó contenta:
-¡Que bien!, así tendré un amiguito con quien jugar.
-Le enseñaré a cuidar de la granja, como hago yo -dijo Lupa, la perrito.
-Yo le daré toda la leche que necesite para crecer fuerte y sano -dijo la vaca Amalia.
-Yo le enseñaré todo lo que sé -dijo el burro Castaño, que sabía muchas cosas porque leía muchos libros.
-Muchas gracias por vuestro apoyo, queridos vecinos -dijo mamá ratona-. Sois todos muy amables.
-¿Cómo se va a llamar? -preguntó Castaño, siempre tan curioso.
-Eso, eso, ¿cómo se va a llamar? -repitieron los demás.
-Se llamará Pillo. ¿Os gusta?
El nombre les gustó mucho y se pusieron a hablar unos con otros, cada uno a su manera.

Pillo, que era muy observador, quiso hacer lo mismo:
-Iiiiiii, iiiiii, iiiii...
Todos callaron un momento y en seguida aplaudieron con entusiasmo. Pillo acababa de encontrarse con su primer sonido: el sonido i.
.

Mientras era pequeño, a Pillo le gustaba mirar a su hermana cuando hacía las tareas del cole. También seguía el rastro del olor a comida que preparaba su mamá. Y ayudaba a su papá a recoger la habitación y a pasar la aspiradora.

Otras veces se entretenía escuchando los cuentos que le leía su hermana Lana. También observaba desde la ventana a los demás animales, o el paso de las nubes y las formas que tenían. Y, sobre todo, no perdía de vista un gran árbol de hojas verdes y alargadas que había frente a su casa. 
Un día vio cómo un búho se posaba sobre una de sus ramas. Se quedó mirándolo con atención, porque no se parecía a los demás animales. Su cuerpo, en lugar de tener pelo, estaba todo cubierto de plumas blancas y marrones. El búho, al ver su cara de asombro, exclamó:
-Uuuuu, uuuu, uuuu...
Pillo se quedó callado, porque no conocía bien ese sonido. Además, su mamá siempre le decía que no debía hablar con extraños. Pero después pensó que era de mala educación no saludar. Entonces se decidió a hablar y preguntó:
-¿Quién eres?, ¿qué sonido haces?
-Soy un búho y hablo como los búhos.
-Por la noche escuché un sonido parecido. ¿Eras tú?
-No, yo anoche no estuve por aquí. Pudo haber sido el viento, que también hace uuuuu, uuuuu, aunque más bajito. O los niños que juegan a los fantasmas y dicen uuuu, uuuu, aunque los fantasmas no existen.
-¡Qué divertido! Voy a hablar como el viento, los fantasmas y como tú: uuuuu, uuuu, uuu, uu...
Así fue como Pillo hizo su primer amigo y conoció otro sonido: el sonido u. Le dijo a su mamá que le enseñara a escribir la letra u. Además, como le gustaba mucho aprender sonidos y letras nuevas, decidió empezar a coleccionar todas las letras de los sonidos que aprendía



Una tarde, mientras Lana hacía sus deberes y sus papas bañaban a Teo, Pillo decidió dar un paseo por la granja. Quería observar de cerca todo lo que veía desde su ventana.

Pillo pidió permiso a sus papas. Su papá le dijo que no se alejase mucho y tuviera cuidado: aunque se estaba haciendo mayor, se podía perder. Pillo, que era muy obediente, comenzó a pasear con cuidado de no alejarse. Miraba con curiosidad todo lo que había alrededor de la casa: el gran árbol donde vio al búho por primera vez; la valla que rodeaba el jardín; la casa de la perrita Lupa...
A Pillo le gustaba tanto ver cosas nuevas que se distrajo y se alejó demasiado. Sin darse cuenta, se perdió. Pillo no sabía el camino de vuelta y estaba asustado.
 Entonces, escuchó un sonido que era nuevo para él:
-¡Iooo, iooo, iooo!
Como era muy curioso se acercó hacia el lugar de donde procedía aquel sonido. Cada vez lo oía con más fuerza:
-¡Iooo, iooo, iooo!
-¿Quién eres? -preguntó por fin Pillo en voz alta y sin miedo.
-¡Oh, oh, oh!, ¿yooo? -respondió el burro sobresaltado-. Soy el burro Castaño. ¿Y tú quién eres?

-Soy el ratoncillo Pillo. Me he perdido. ¿Puedes ayudarme a encontrar mi casa, por favor?
-Claro que sí. Sé dónde vives. Te conozco desde que naciste. Ven, te enseñaré el camino. Por el camino, Pillo aprovechó para preguntar a Castaño:
-¿Me enseñas a hablar como tú?
-Sí, claro. Primero dices iii, y luego ooooo -explicó Castaño. Extendió los labios con la i, y luego hizo un círculo con la o muy despacio para que Pillo lo viera bien.
-¡A ver!: iooo, iooo, iooo -repitió Pillo unas cuantas veces poniendo atención en el sonido ooooo.
Papá y mamá estaban preocupados porque no veían a Pillo. Cuando oyeron los rebuznos de Castaño y de Pillo, corrieron hacia ellos.
-¡Qué susto nos has dado, Pillo! -le dijeron dándole un abrazo.
-Lo siento, es que me perdí. Pero Castaño me enseñó el camino de vuelta. No volverá a pasar.
Ya en casa, Pillo contó a sus papas lo que había aprendido, y mamá le enseñó a escribir la letra o. Pillo entusiasmado, corrió a enseñarle su nueva letra a Castaño.




Pillo estaba muy contento. Su mamá le dijo que iba a tener un hermanito. ¡Así tendría alguien más con quien jugar!
-¿Cómo se va a llamar? -preguntó a su mamá.
-Se llamará Teo. ¿Te gusta?
-Sí, mucho, -respondió entusiasmado Pillo.
A partir de ese día Pillo ayudaba a su mamá en los preparativos. Pusieron una cuna en su habitación para que pudiera dormir con él. Buscaron muchos cuentos, para contarle historias antes de quedarse dormido. Colocaron cerca de la cuna una lamparita para que no tuviera miedo a la oscuridad...
-¿Falta mucho para que nazca, mami? -insistía Pillo.
-No, tan solo una semana.
A Pillo una semana le parecía mucho tiempo. Estaba tan nervioso que todas las noches soñaba con él.
Pero estuvo tan ocupado que el tiempo se le pasó en seguida.
El día que nació su hermanito vinieron a verlo varios vecinos. Todos estaban muy contentos.

Al ver a tanta gente el ratoncillo se asustó y comenzó a llorar:
-¡Uaaaaaaaa! ¡uaaaaaaaa!
Pillo, que no había perdido detalle de todo lo sucedido, estaba muy sorprendido. Nunca había escuchado el llanto de un bebé.
-¡Qué sonido tan raro hace! Conozco la primera parte: u, pero lo que viene después, no -dijo Pillo.
E intentó pronunciarlo abriendo mucho la boca -aaaaaa...
-Es la letra a -le dijo su hermana Lana. 
Ese día Pillo había aprendido una nueva letra: la letra a. Y se puso aún más contento. Cuando Teo se calmó, mamá lo llevó a la cuna. Y Pillo se quedó con él tarareándole canciones hasta que se quedó dormido.


Teo era muy bueno y se reía continuamente de las bromas y muecas que le hacían sus hermanos.

Como aún era pequeño, no sabía andar y pasaba mucho tiempo durmiendo. Comía sólo papillas porque aún no tenía dientes, y bebía leche en el biberón.
-¿Cuándo voy a poder jugar con él, mami? -preguntaba todos los días Pillo a su mamá.
-Cuando aprenda a caminar.
-¿Y cuándo va a aprender a caminar? -insistía Pillo.
-Cuando crezca un poquito más.
-¿Y cuándo va a crecer? -volvía a preguntar.
-Cuando se haga aún más fuerte y pueda comer otros alimentos.
-¿Y cuándo va a comer otros alimentos?
-Cuando le salgan los dientes.

-¿Y cuándo le van a salir los dientes?
-Dentro de unos días; seguro que te vas a enterar.

Una mañana Teo no paraba de llorar. Le estaba saliendo un diente y le dolía mucho la boca.
-¿Por qué llora Teo? -le preguntó Pillo a su mamá.
-Porque le está saliendo un diente y le duele mucho la boca.
-¿Y no podemos hacer nada para que no le duela y deje de llorar?
-Sí, papá y yo le damos un jarabe. Pero también podemos cogerle en brazos y consolarle para que no llore. ¿Quieres que te enseñe?

-¡Sí, sí! ¡Qué bien! ¿Qué tengo que hacer?
-Tienes que cogerle en brazos, así, y cantarle ea, ea, ea -le explicó su madre mientras lo acunaba.
-Eso suena muy bien -dijo Pillo. Y repitió-: Ea, ea, ea.


Estaba tan ensimismado meciendo a Teo, que no se dio cuenta de que había aprendido un nuevo sonido: el sonido e.
Su mamá le enseñó cómo se escribía.
Pillo estaba muy contento porque, además de aprender a cuidar de su hermanito, había conseguido una letra más para su colección.



Pillo nunca había ido a un huerto. Su papá le contaba que en el huerto había muchas frutas y verduras de distintos olores y tamaños. También le decía que había muchos animales entre los árboles y las
plantas.
Pillo había visto en sus cuentos árboles con frutas y otros animales. ¡Le gustaría tanto ir al huerto a conocerlos!
Un día, el papá de Pillo dijo:
-Tengo que ir al huerto a buscar perejil para hacer la comida. ¿Quieres venir conmigo, Pillo?


-¡Síiii! ¡Qué bien! ¡Voy a ir al huerto! -dijo entusiasmado.
Cuando llegaron, Pillo comenzó a preguntarle a su papá por todo aquello que le llamaba la atención y no conocía.
-¿Qué árbol es ese?
-Un manzano. Y esas frutas verdes que tiene colgadas son las manzanas.
-¿Y ese animal de ahí? -preguntó señalando.
-Es una paloma. Es un pájaro y vuela.

-¡Mira, mira! -gritaba Pillo asombrado cuando veía algo que le gustaba -. ¡Mira qué planta tan rara!
-Tiene forma de i griega. ¡Qué bonita es!
-¿De i griega? ¿Qué es i griega?
-Es una letra que aún no tienes en tu colección y que puedes aprender hoy. Es una letra que sirve para muchas cosas; pero sobre todo para juntar palabras, por ejemplo: tú y yo, mamá y papá, Lana y Pillo...

-¡Qué divertido! Árbol y paloma, papá y Pillo, manzano y manzana... Cuando lleguemos a casa, me enseñas a escribirla, ¿vale?
Al llegar a casa Pillo corrió a buscar su cuaderno y preguntó:
-¿Cómo se llama esa planta que tiene la forma de la letra, papá?
-¡Pues no sé!, la llamaremos ¡griega-contestó.
Papá escribió la letra en el cuaderno y Pillo la puso con las demás. Mientras intentaba recordar su nombre, se quedó dormido.

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